69 - Cabilar en solitario
¿A dónde vamos?
A parar.
¿Necesitabas tiempo, espacio, ambos o ninguno?
¿Me necesitas? ¿De qué manera? ¿Cómo estás segura de ello?
Sí, son muchas preguntas
y absolutamente ninguna respuesta.
Escucho tu voz, nítida.
El silencio es un buen actor secundario,
pero cuando le toca ser protagonista
le tiemblan las piernas
se olvida el libreto
y solo repite, como intentando recordar la línea que sigue,
tu nombre.
Nuestras canciones, o más precisamente, tus canciones
lo despiden como quien despide a una visita inesperada.
Jamás me importó estar solo,
hasta que estuve contigo,
no es que te culpe,
nadie obliga a nadie a ser feliz,
digamos que es una mala costumbre de las personas
que solemos estar tristes, por muchos años.
No he considerado la posibilidad de olvidarte,
como no he considerado la posibilidad de morir un día,
como no he considerado la posibilidad de dejar de amarte...
No se puede ir haciendo planes toda la vida.
No me molesta recordarte,
pero me gustaba más cuando lo hacía y estabas conmigo,
me gustaba más cuando lo hacía y podía decirte: Te acuerdas cuando...
Esas risas, deben ser las que uno guarda como joyas
en el guardarropa y se las pone solo para el domingo de misa.
Estar juntos, puso esas risas en nuestras caras.
El invierno es un buen actor principal,
solo si se trata de obras dramáticas,
en las de acción suele ser muy tétrico
y en las de comedia suele ser gris.
Nada como tu nariz fría,
tus manos temblorosas
y tu manera de acurrucarte junto a mi,
mientras intentas dormir,
aunque todos sabemos,
que quien dormía primero, siempre era yo.
Jamás me importó estar solo
mientras escuchaba nuestras canciones
pues estaban acompañadas de tu voz nítida...
¿A dónde vamos?
¿A parar?
Digamos que no he considerado
en corregir
esa mala costumbre
de sufrir, pensando en que sin mí... eres feliz